Un Momento Para El Amor: ¿Por Qué Le Creí?
Se dice que un hombre le preguntó una vez a Dios: “Señor, ¿Por qué hiciste a la mujer tan bella?” A lo que Dios le contestó: -“Para que tú te enamores de ella”. El hombre continuó preguntándole: “Pero, ¿Por qué la hiciste tan tonta?” Entonces Dios le contestó” –“¡Para que ella se enamore de ti cabezón!”.
Cuantas chicas llorando se han preguntado: “¿Por qué le creí?”. Cuantas mujeres se han sentido decepcionadas del hombre que amaban, cuantas fueron lastimadas por alguien que no supo corresponder al amor que le dieron.
A la mujer Dios la hizo más sentimental, mientras que al hombre lo hizo más racional, pero, no se enojen conmigo, esto no quiere decir que las mujeres no razonan y que los hombres no sientan, es simplemente diseño de fábrica, obra del autor.
Así que la mujer tiende a responder más con sus emociones. Es más fácil que ellas entreguen el corazón totalmente. Tienen más probabilidad de enamorarse con el corazón sin involucrar la cabeza.
Encima pareciera siempre que la más bonita anda con el más feo, ¿Verdad? Te llegaste a preguntar alguna vez: “Pero, ¿Qué le vio a ese ganso?”. Es que un chico con una labia desarrollada engatusa a las chicas muy fácil, les llena los oídos de miel y de mentiras y, lamentablemente muchas de ellas les creen y caen en sus garras.
Basta con que les pidan la “Famosa Prueba De Amor” para que muchas se entreguen a desalmados que después las cortan sin impórtales la herida que han hecho. Después ellas lloran diciendo a si mismas - “¡Pero que tonta fui!”.
Por eso muchachas, la única prueba de amor que hay en una pareja que dice amarse, es redonda y es de oro, se llama anillo, anillo de bodas, dile eso al próximo que salvajemente te haga una propuesta indecorosa.
Una versión del mítico cuento del Rey Arturo, narra que este joven rey, estaba escondido muy nervioso en un árbol. Ahí esperaba que saliera la chica que él amaba, la princesa con la que se desposaría. De pronto el rey, se cae del árbol justo frente a los ojos de la princesa; sonrojado y con mucha pena piensa que tiene que dar una explicación a la doncella para salir de ese momento embarazoso; así que le cuenta como pudo él sacar una espada de una misteriosa piedra; lo cual le dio el derecho de ser rey.
“Así fue como llegue a ser rey” - le dijo el joven Arturo. “Nunca quise serlo es la verdad, desde que lo soy me he sentido incomodo con mi corona, hasta que.... me caí de este árbol y mis ojos te vieron; entonces de repente, y por primera vez sentí que era un rey de verdad y, hoy mas que nunca me alegra serlo...”. – Terminó diciéndole.
Es así como se deben sentir los chicos ante la belleza de su amada; es hasta que conocemos a nuestra cenicienta que nos damos cuenta lo que realmente somos, príncipes, reyes y caballeros y, como tales debemos tratar a quien decimos amar.
Muchachos que no respetan a las muchachas no son reyes, son chanchos aprovechados; muchachas que no se dan a respetar no merecen el título de nobleza; de hecho que el libro de los proverbios dice que la mujer que se viste para seducir a los hombres tiene corazón de ramera.
En resumen y para terminar este artículo, muchachos, ustedes son príncipes y princesas, reyes y reinas, títulos conferidos por el Señor de todos los cielos, vivan dignos de tal honor; respétense, sepan esperar, oren porque algún día se caigan del árbol y conozcan a quien compartirá la vida con ustedes; pero no se lastimen; la cama es para el matrimonio y la cabeza y el corazón para el noviazgo.
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